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Igal-Igari

Igal-Igari

De etimología incierta, Igal, para Arturo Campión, se vincularía con el topónimo [H]iga (como la Higa de Monreal) y con la forma verbal «igan» (eus. subirse, elevarse). En la actualidad, la normalización llevada a cabo ha dado como resultado la acepción propia en eusquera de Igari. Sin ánimo el menor ánimo de entrar en debates infinitos, señalar otros significados que también se han apuntado pero alejados, a nuestro parecer, de un sentido tan elocuente, dado el entorno, como el apuntado.


Centro de la localidad con el Alto al fondo

Centro de la localidad con el Alto al fondo

El lugar, situado en el Valle de Salazar (Navarra) está abrigado por el alto del mismo nombre (al fondo de la foto) que posiblemente diera nombre a la localidad.

Como miembro de este valle, pertenece, a su vez, a la Merindad de Sangüesa. Advertir también, para los más desconocedores, que, dada su pequeñez, en los mapas, según la escala, puede prestarse a confunsión con el vecino pueblo de Izal, en el mismo valle y a escasos kilómetros de distancia.


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Vista de la actual iglesia de San Vicente

La primera mención historiográfica que consta a día de hoy es del siglo IX, por San Eulogio de Córdoba, y referida  al monasterio de San Vicente, advocación de la actual iglesia (posiblemente la del cenobio referido).

Parece ser que en torno al 848 d.C., en un intento de cruzar los Pirineos este mozárabe se vió obligado, por circunstancias políticas coyunturales, a deambular por mucho tiempo por la vertiente suroccidental de esta cordillera, aprovechando para visitar, como hombre de Iglesia, centros monásticos y lugares de atractivo propio de su vocación.

Fue testigo presencial, por ello, de los albores del reino de Pamplona, posteriormente llamado de Navarra, y uno de los dos reinos (junto a Asturias) que propició e inició la llamada Reconquista que no fue otra cosa que una empresa para recuperar las estructuras institucionales de la época visigótica (leyes, cultura, religión, etc).

La mención del monasterio, por tanto, imprime relevancia al lugar en aquél entonces, y permite que pase a la posterioridad con certeza por ello.


Secularmente ha sido una localidad de tránsito y comunicación entre valles (Salazar y Roncal), vecino de Vidángoz. Además es el solar originario de un apellido desparramado por medio mundo.

Advertir que, como ocurre a menudo con las palabras, existen abundantes (o más bien, reiteradas) coincidencias idiomáticas del fonema con idiomas como el húngaro y el hebreo, que se sepa, pero sin llegar a tener más relevancia. Especialmente entre los hebreos es un nombre de pila, y según lo escriban en alfabeto latino.


RetabloRetablo del Santo Cristo de la Parroquia de San Vicente.

Adosado al segundo tramo de la nave de la Parroquia de San Vicente de Igal se encuentra el pequeño retablo del Santo Cristo, obra manierista de hacia 1570 que fue dorado años más tarde por el pintor Martín de Zabalza, cuya viuda todavía pleiteaba en 1629 con los primicieros de Igal por el cobro de los 877 ducados que importaba la tasación realizada al efecto. Consta de banco, cuerpo único y remate componiendo una arquitectura muy cuidada dentro de un primer Manierismo. Aquél presenta dos grandes ménsulas de hojas enrolladas que enmarcan un tablero decorado por una gran cartela sostenida por ángeles con la corona de espinas en su centro; el cuerpo se encuentra articulado por columnas con sus traspilastras de capitel compuesto y fuste estriado con la parte inferior decorada por hermes. Forma su remate con un alto entablamento sostenido por sendos atlantes desnudos. Finalmente el ático incorpora un friso con decoración geométrica de rombos y una concha entre aletones. En él se venera un espléndido Crucificado (89 x 80) de madera policromada y cuerpo de canon esbelto y arqueado con la cabeza inclinada de facciones muy finas y expresivas. Destaca también el estudio de musculatura y piernas. A los pies de la imagen hay una representación del Monte Calvario con la calavera entre sendas columnillas . De las labores decorativas llevadas a cabo por Martín de Zabalza destacan las estrías en rojo y azul, el abundante oro de las columnas, la representación de la Jerusalén celeste del tablero del fondo y las labores esgrafiadas de la cartela. El titular conserva asimismo la encarnación primitiva y el fino rayado del paño de pureza.

Fuente: Catálogo Monumental de Navarra.